Los precios suben como no lo hacían desde el año 1992 y maniatan la recuperación económica

El IPC continúa sin tocar techo y cierra 2021 en el 6,5%. Los expertos advierten del impacto de la espiral inflacionista sobre la economía

La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño EFE

Bruno Pérez

En mayo de 1992 España iba a toda máquina. Con fondos europeos a mansalva para acercar al país a los estándares de la UE y una inversión sin precedentes por la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona, el sobrecalentamiento de la economía ... trajo consigo fuertes tensiones sobre los precios.

Han pasado casi 30 años , pero esa fue la última vez que el Índice de Precios de Consumo (IPC) que mensualmente elabora el INE se situó por encima del 6,5% que ha marcado el índice este pasado mes de diciembre . Esta vez la economía española también viene empujada por fondos europeos, aunque su aplicación es todavía limitada, y también acredita una tasa de crecimiento respetable, aunque los motivos de la espiral inflacionista son otros: los precios de la energía y los problemas en las cadenas de suministro.

Hay un consenso amplio sobre las causas del problema, pocas expectativas sobre su solución a corto plazo y, eso sí, un nivel de incertidumbre muy elevado sobre las consecuencias que puede tener sobre la economía española . «En términos virtuales el crecimiento de la economía estaría ahora mismo en negativo», advierte Antonio Pedraza , presidente de la Comisión Financiación del Colegio de Economistas de España, en referencia a que la tasa de inflación se sitúa desde hace ya un par de meses por encima del ritmo al que está creciendo la economía, en torno al 4,9% según la última información oficial publicada por el Ministerio de Asuntos Económicos.

«Hemos llegado ya al punto en que se está deflactando la economía», asegura, o, en otras palabras, al punto en que la subida de los precios se está comiendo el crecimiento de la economía española. Lo que el Gobierno consignó en el informe económico que acompaña los presupuestos como un fenómeno transitorio que desaparecería entre finales de 2021 e inicios de 2022 se ha consolidado como un riesgo económico al mismo nivel que la propia pandemia.

Los primeros indicios de espiral inflacionista

El riesgo de que las tensiones puntuales por la presión de los precios energéticos se trasladaran al conjunto de la economía, desencadenando por esa vía una espiral inflacionista está cada vez más cerca de materializarse. La información proporcionada por el INE revela que si en agosto apenas había una decena de rúbricas de bienes y servicios –de entre las 56 a partir de las cuales se elabora el IPC– en las que los precios estuvieran experimentando una subida superior al 2% anual, al cierre del año esa cifra ascendía ya a 26, casi la mitad del índice.

«Ya se aprecia la transmisión por parte de las empresas de los mayores costes de producción a los precios finales de consumo», asegura María Jesús Fernández , economista sénior de Funcas. «Nuestra previsión es que los precios se mantendrán en un nivel de entre el 5% y el 6% en los primeros meses del año y que solo empezarán a descender después de primavera. Lo que está provocando esto es un empobrecimiento del país, ya que estrecha los márgenes de las empresas, lo que entorpece la recuperación económica, y reduce el poder adquisitivo de los ciudadanos, lo que actúa como freno para la reactivación del consumo».

La salida al problema es complicada. Descartada por imperativo gubernamental la opción de bajar impuestos a las empresas para preservar sus márgenes ante el encarecimiento de las materias primas, como se ha hecho en Italia o en Francia, asoma la opción de mejorar las rentas de los ciudadanos para mantener el pulso del consumo e impedir un frenazo.

Ese escenario aterra no solo a los expertos sino a la propia vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, que ya ha hecho varios llamamientos a contener las demandas salariales en la negociación colectiva para impedir alentar esa espiral inflacionista.

El riesgo de una subida generalizada de salarios

«Estamos ante un fenómeno de carácter principalmente coyuntural», observa Javier Ferri , investigador de Fedea. «Pero su duración y profundidad va a depender del comportamiento de los agentes económicos: de cómo reaccionen los trabajadores con sus demandas salariales en la negociación colectiva, y de cómo reaccionen las empresas a la hora de trasladar a precios sus mayores costes de producción. Si no asumen parte de ese coste, empezaremos a tener un problema».

Así lo advirtió hace apenas unos días el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos , que instó expresamente a empresas y trabajadores a pactar el reparto de los costes de esta crisis, de modo que no se cargue de forma exclusiva sobre los salarios de los trabajadores ni tampoco únicamente sobre los márgenes de las empresas, sino que se distribuyan de forma equitativa para evitar consolidar una espiral de precios.

El episodio inflacionista le ha venido a la economía española en el peor de los momentos, cuando aún trata de recuperarse del soberano zarandeo de los primeros compases de la pandemia, que señalaron a España como la economía desarrollada más dañada por el Covid, y, además, ha traído de regreso alguno de sus fantasmas más familiares, como el de la competitividad.

Ya no es solo que el IPC se haya disparado hasta niveles no vistos en 30 años es que por primera vez tras la crisis financiera la inflación doméstica ha recuperado su mala costumbre de encaramarse por encima de la media de la zona euro , esa pesadilla para la competitividad de la economía española que llevó a Luis de Guindos a inventarse una Ley de Desindexación para desvincular la evolución de precios y salarios públicos del IPC.

Los datos de Estadística revelan que desde el pasado mes de marzo el IPC español se sitúa por encima de la media de la zona euro y que esa brecha no ha dejado de ensancharse. Al cierre del año, el IPC armonizado con la UE –algo diferente al índice general- estaba en España en el 6,6% y en el ámbito de la Unión Monetaria en el 5%.

«Es pronto para afirmar que tendrá impacto pero si se mantiene en el tiempo sí será perjudicial para la competitividad», avisa Javier Ferri. ¿Por qué sube el IPC más en España que en la zona euro? Ferri señala a una economía con un nivel de productividad menor y con problemas endémicos de competitividad que aún no se han solucionado. Para Antonio Pedraza, del Colegio de Economistas, el fenómeno no es ajeno a una política de Gobierno que ha alentado el gasto público no productivo, en perjuicio tanto de la inversión pública como de la privada.

El efecto de la campaña de Navidad

El IPC subió en diciembre un 1,2% a lomos de la campaña navideña. Al margen de las rúbricas vinculadas a la electricidad, fueron las de alimentos y bebidas y vestido y calzado, las que contribuyeron más a la subida, que ha llevado el dato interanual al 6,5%. Esto no significa que los precios se hayan encarecido un 6,5% en 2021, lo han hecho alrededor del 3%, sino que son un 6,5% superiores a los que se registraron en diciembre de 2020.

La inflación subyacente, que elimina los precios de la energía y los elementos más volátiles del índice como los alimentos frescos, escaló también hasta el 2,1% desde el 0% en que estaba el pasado mes de abril, lo que indica de qué manera los precios de la energía han tirado para arriba del conjunto .

El encarecimiento de la rúbrica que refleja la evolución del precio de la electricidad se ha encarecido un 46,8% en 2021.

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